Las ventas de la mayoría de los subsectores están estancadas o en baja desde hace años; la carne aviar y la pesca están entre los menos golpeados y al vino y a los lácteos les fue muy mal.
Una película sobre cómo les fue a los subsectores de la industria de alimentos y bebidas en el país durante los últimos 15 años tendría una palabra como protagonista principal: “estancamiento”, según las conclusiones del informe de una cámara de empresas de esta actividad. Solo una de las 13 producciones analizadas en ese informe escapa a esa realidad y es nada más ni nada menos que la yerba mate, un producto arraigado en el gusto popular argentino que, al parecer, es a “prueba de crisis”.
En ese film imaginario, el vino exhibe 15 años de estancamiento. Le siguen los lácteos (12 años), la harina de trigo (también 12), la carne bovina (12), el té (11), las gaseosas (10), el arroz (8) y los aceites vegetales (8), según un análisis elaborado por la Coordinadora de las Industrias de Productos Alimenticios (Copal). En tanto, entre los sectores que muestran una situación menos grave están la pesca, con un solo año de estancamiento; la carne aviar, con 3, y las bebidas espirituosas, con 5.
Daniel Funes de Rioja, presidente de la Copal, explica que, para llegar a estas conclusiones, la entidad se basó en la evolución de ventas de cada subsector. “La yerba tuvo algún cimbronazo en la exportación, pero se mantiene sin estancamiento. ¿Por qué? Porque hay un consumo interno que resistió bastante la recesión”, analiza el directivo.
En lo que hace estrictamente a las ventas del último año, la tendencia es similar a la del período más amplio de tiempo analizado por la Copal. Según datos de la consultora Nielsen Argentina, que en algunos casos releva solo supermercados y en otros el total de los retailers, entre septiembre de 2018 y septiembre de este año se vendieron 49.716.054 kilos de yerba mate, 3,3% más que en igual período de 12 meses previo.
A la hora de analizar las razones de este fenómeno, Carlos Bernárdez, director de Unidad de Negocios y Relaciones Institucionales de Establecimiento Las Marías, dice: “La yerba mate siempre resistió la crisis. La fidelidad del consumidor y el hecho de que a pesar de la inflación sigue siendo la infusión más barata hacen que su consumo no caiga”.
En CBSé explican que, al tratarse de un producto de la canasta básica, tiene una penetración en hogares muy alta y a un precio relativamente accesible respecto de otros productos. “Además, es un sustituto natural que contiene muchas propiedades benéficas, ya que se trata de un alimento, algo que la posiciona mejor que el resto de las infusiones”, remarca Sol Orquera, directora de CBSé. Agrega que su industria, luego de años de estar bastante aplanada, registra una tendencia positiva. “La quita del IVA ayudó al consumo en los últimos meses pero, igualmente, el de la yerba es un mercado maduro que se mantiene estable y no registra caídas”, dice la ejecutiva de CBSé.
Pegado a la yerba aparece el sector de la pesca, que muestra solo un año de estancamiento. “Es una industria que exporta 95% de su producción y se ha consolidado como un caso de éxito, sobre todo con merluza y langostino”, comenta Funes de Rioja.
La tercera integrante de este podio es la carne aviar, que aprovechó el alza de la demanda china y la suba del consumo interno. Roberto Domenech, presidente del Centro de Empresas Procesadoras Avícolas explica: “Planificación, eficiencia, productividad, precios bajos, buena calidad y desarrollo de la exportación”.
En el otro extremo de la tabla aparece como el gran “perdedor” el vino, con 15 años de “estancamiento”. Francisco Do Pico, vicepresidente de Bodegas Argentinas, enfatiza que el consumo de vino cae en la Argentina desde los 70 (de 100 litros per cápita en esa década se pasó a 18 litros per cápita en la actualidad), pero aclara que la caída de ventas de los últimos años no implica que se haya caído en facturación, porque el sector ha reemplazado volumen por precio.
Do Pico sustenta con cifras su argumento: “Hoy se toman en el mercado interno 220 millones de litros de vinos varietales, que antes no se tomaban y que tienen un precio mayor que los vinos de mesa (de los que se venden 600 millones de litros)”.
Además, se exporta 15% menos de vino embotellado que hace 10 años, pero esta es una caída menor que la que la del mercado interno (que fue de 25% en igual período). “El gran desafío es duplicar el consumo de vino varietal en la Argentina, porque desde 2010 no se expandió este mercado”, señala Do Pico.
Entre los mal posicionados hay un tridente que exhibe 12 años de “estancamiento”: carne bovina, harinas de trigo y lácteos. El primero de estos sectores sufrió mucho la intervención de su mercado durante el kirchnerismo, cuando se impusieron los Registros de Operaciones de Exportación (ROE), algo que, entre otras cosas, desincentivó el negocio e hizo que se perdieran muchas cabezas de ganado.
En harinas de trigo, Diego Cifarelli, presidente de la Federación Argentina de la Industria Molinera, dice que los 12 años de estancamiento son relativos, porque se llegó al pico de producción en 2007 y a partir de ahí mejoró el consumo, pero se pasó mucho a la informalidad. “Entonces, lo declarado en blanco siempre era menor que el buen volumen de 2007. Con los controles que puso el actual gobierno se blanqueó casi 15% de la producción en 2019”, indica.
Respecto de los lácteos, Jorge Chemes, vicepresidente de Confederaciones Rurales Argentinas, dice que este es uno de los sectores que fue más castigado en las economías regionales. “Desaparecieron más de 1000 tamberos en los últimos años y se produjo una concentración de la producción. Hay menor consumo interno, algo que se notó más en el último año por la caída en el poder adquisitivo. Terminamos un año más con complicaciones”, dice.